La histeria está en la base del psicoanálisis, del descubrimiento de lo posterior y de la organización en dos tiempos del funcionamiento psíquico. Se caracteriza por la conversión corporal. Este proceso logra vincular mociones pulsionales inconscientes y formulaciones del lenguaje en latencia a través de una realización alucinatoria del deseo; de ahí un lenguaje del cuerpo. Dos enigmas están presentes: los de la inscripción de las pulsiones en el psiquismo y los del salto del psiquismo en el cuerpo. La conversión está implicada en la instalación de la sensualidad del conjunto del cuerpo y de sus zonas erógenas, tiempo indispensable para la existencia en un segundo tiempo de la regresión sensual específica de la vida erótica. La identificación histérica nos enseña que los fallos de renuncia presentes en la histeria están compensados por contagios grupales de experiencias sensuales y emocionales. Ahí donde falta una renuncia, una puesta en común y comunitaria se impone. Mientras más tienden a reducirse las potencialidades de mentalización de la histeria, más tiende el contagio a transformarse en psicología colectiva, en mutualidad narcisista y en comunidad de masa.