La relación complementaria
1 Este es un libro denso, corto y conciso que tiene el doble mérito de señalar lo esencial de la psiquiatría francesa de la posguerra y darnos razones para esperar que salga de su desafección y casi desaparición. El libro gira en torno a la institución cuyo primer esbozo elaboró François Tosquelles: la constelación transferencial. Definida por Pierre Delion como «el conjunto del personal asistencial que está en contacto con el paciente que presenta una patología arcaica», es la matriz de toda la extraordinaria expansión de la psicoterapia institucional y de la psiquiatría comunitaria desde Saint Alban y el período de la posguerra.
2 Dos ideas fuertes guían la argumentación: la distinción a priori/a posteriori y la noción de patologías arcaicas. La primera permite leer la crisis actual como el triunfo absoluto del a priori en la atención psíquica: los protocolos se fijan antes de cualquier experiencia clínica, nos protegen del encuentro. Por el contrario, a posteriori designa el encuentro mismo, el contacto y la experiencia. Tal debilitamiento de la experiencia genera inevitablemente querellas mediáticas absurdas. Como durante las interminables diatribas para denunciar el abandono del método silábico en el aprendizaje de la lectura, seguidas durante un tiempo por la reacción, también dogmática, del llamado método global. Los profesores con experiencia bien saben que un estudiante empieza por ver la palabra globalmente (ruta léxica), pero que enseguida intenta verificar su visión recortando la palabra en entidades discretas, fonemas o sílabas (ruta fonológica). Lo que nos dice Pierre Delion de la psiquiatría es del orden de la misma ceguera conservadora o cientificista, como en las controversias sobre el autismo o como en los dos enfoques de la esquizofrenia restituidos aquí: el de Bleuler y Henri Ey y el del DSM 5. El primero se establece a partir del ámbito de la experiencia, ya que se sabe que, si bien se necesitan conceptos nuevos (disociación, por ejemplo), solo existe lo singular. La estadística está lejos de ser inútil, pero no podría sustituir la acogida y la palabra clínica. La «razón estadística» es el producto de la racionalidad instrumental que ha invadido todo el campo de la experiencia. La noción «relación complementaria» permite que no se excluya nada y no se caiga en la abstracción. Complementarios son los puntos de vista: del enfermero, de la persona encargada del mantenimiento, del psicólogo, del psiquiatra. La constelación permite cruzarlos y tenerlos en cuenta, sin importar el estatus (el psiquiatra no necesariamente tiene la razón por ser el psiquiatra). Pero son también complementarias las investigaciones, por lo menos mientras los comités de lectura de las revistas científicas no eliminen ciertas contribuciones a priori: actualmente puede verse en los enfoques sobre el autismo, tras años de controversias agotadoras e interesadas.
La seguridad como base de una posición ética
3 La noción de «patologías arcaicas» permite reunir el campo del enfoque psiquiátrico en torno a las psicosis y atreverse a implantar entre ellas la relación transferencial que ya no puede estar reservada solo para las neurosis. Si bien la lectura de Freud aún nos permite ver la transferencia en estado de formación en la cura tipo, extenderla a las patologías arcaicas, en adultos y niños, es algo que se ha impuesto de manera progresiva a través de la «transferencia multirreferencial» (Tosquelles) o la «transferencia disociada» (Oury).
4 Para abandonar las polémicas estériles y los juicios de intenciones, el autor propone un «pacto ético-práctico». El primer artículo sería «mi responsabilidad» frente al menor o el adulto que atiendo en la consulta: esta me compromete a una «obligación ética». Está acompañada de la libertad del paciente, si se tiene presente que la psiquiatría es «una patología de la libertad» (Henri Ey). El segundo artículo sería el «respeto» al individuo a quien le escucho el relato (a posteriori), lo que me obliga poner entre paréntesis el razonamiento estadístico (a priori). Pero no nos confundamos: Pierre Delion no nos propone un nuevo «código de ética». No se trata de enfrentar la razón estadística contra la posición ética. Al llevar a cada una a su orden, no dejan de ser irreducibles, pero pueden hacerse compatibles. Allí radica la prudencia práctica del terapeuta: «reabrir lo que la angustia del padecimiento psíquico familiar tiende a cerrar con las generalizaciones estadísticas» (Delion 2022, 41).
5 En el último capítulo, el autor recapitula todas las enseñanzas de la psicoterapia institucional y nos desafía a inventar una psicoterapia «segura» para los pacientes, en contra de la visión político-policial de una psiquiatría de la seguridad. Se formulan así seis propuestas prácticas y otras tantas aplicaciones de la posición ética:
6 Asumir una posición deseante en el trabajo
7 Garantizar la libre circulación de las personas
8 Lo que favorecerá la libre circulación de la palabra
9 Crear «trajes terapéuticos» a la medida para cada paciente
10 Promover la autogestión relativa de los instrumentos de producción psiquiátrica.
11 No se nos pide adherir a un programa escrito de antemano o grabado en mármol. Tampoco que no cedamos a la melancolía de celebrar una edad de oro superada. Pero terminamos la lectura de este libro con una pregunta: «¿qué puedo esperar?». Y comenzamos a esperarlo cuando vuelve la visibilidad: las neurociencias, que ocupan el lugar que les corresponde en la investigación y de las que esperamos mucho, pueden dejar de ser un horizonte insuperable. Todos los que han creído en un horizonte insuperable (el marxismo para algunos, el neoliberalismo para otros) se han esforzado en vano. Esperar es ante todo renunciar a tal clausura.
Mise en ligne 04/05/2022