En el marco de su trabajo en materia de protección infantil, los autores de este texto proponen una reflexión sobre una experiencia particular de los grupos de padres. Se concibe el uso de objetos mediadores como un apoyo a los procesos individuales y familiares. La experiencia de casi cinco años de un dispositivo («Chemins de parents», «Caminos de padres») ha demostrado que el juego puede convertirse en un tercer espacio cuando el pensamiento está bloqueado, cuando el decir no es posible. Este artículo retoma los soportes teóricos en los que se basó el trabajo realizado con las familias durante varios meses y presenta de forma concreta el dispositivo tal y como se pudo implementar. Muestra cómo un objeto de mediación lúdica permitió abrir los campos de lo posible en materia de asistencia, empujando a los profesionales a salir de lo convencional y aportando una ligereza que facilita la expresión, por parte de los padres, de sufrimientos difíciles de evocar.
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