El artículo se interesa en el destino del pintor soviético Gariff Basyrov (1944-2004) y en sus tentativas de reconstruir, por medio del arte, la experiencia perdida de su propio nacimiento y de su infancia temprana en un Goulag. Cuando pensamos en las obras de arte creadas en el contexto de un sistema autoritario, la noción de la ideología apofática (J. Clair) que borra las características individuales hasta el extremo de una privación de la vida misma, es pertinente. Esta negación de los rasgos personales aparece en ciertas prácticas de los regímenes totalitarios. El rostro como símbolo del individuo se borra para volverse una máscara mortuoria. Con una amnesia de su experiencia personal, Gariff hace el recorrido ontológico de restitución de la dignidad del rostro humano (E. Levinas) para pasar al diálogo con el Otro. Para estudiar el tarbajo de construcción de memoria, individual y colectivo, me apoyaré en las obras realizadas por G. Basyrov y en las entrevistas con personas cercanas a él.