Las sociedades matrilineales se inscriben en una dicotomía entre el padre y el tío materno en lo que concierne la función, el papel y el estatus frente al niño. En los Kongo este antagonismo emergió rápidamente desde el primer contacto de las culturas : el encuentro con los primeros misionarios occidentales. Las cuestiones sobre la identidad, incluyendo las que se asocian a las diferentes transmisiones, alimentan esta polémica. En la migración en Francia, más que en el contexto inicial de los emigrantes Kongo, la percepción de la filiación biológica, instituida y narcisista es decretada por las normas del país de acogida. En esta sociedad el adulto se posiciona muy cerca del niño, llevado por las exigencias sociales y jurídicas de esta segunda cultura. Esta proximidad envía el vínculo con el tío materno a las fronteras de la migración. En esta nueva concepción, el padre se instala, separando la diada madre-niño. El padre toma lugar en una triangulación diferente de la que formaba el tío materno. La presente reflexión cuestiona este conflicto en el contexto migratorio e intenta evidenciar los aspectos claves antropológicos, psicológicos y interculturales. Cinco casos clínicos van ilustran estas realidades familiares.